Desde mediados de julio del año 2012, con la humillación hecha por “dizque comunidades indígenas” a los militares que defendían la población en el Municipio de Caloto, Departamento del Cauca, comenzó a ser carrera ese actuar por parte de “tales comunidades” contra las autoridades representadas en el Ejército y Policía Nacional.
Inolvidable el gesto y expresión con su llanto de este militar, impotente ante semejante acto de humillación por quienes, para unas cosas, son ciudadanos sujetos de todas las consideraciones que ampara la Constitución y la Ley en Colombia, pero, para otras cosas, obran con su propia Ley; como si formaran parte de una República Independiente.
Ahora, once años después, no solo han aumentado las humillaciones y ofensas para con los luchadores, héroes y defensores de la soberanía y de la Patria, sino que, todo pareciera empeorar contra los portadores de los uniformes del Ejército y Policía del País, al punto que, hasta retiradas han debido efectuarse, como lo recientemente sucedido en zona rural del Municipio de Jamundí en el Valle del Cauca, por no mencionar o, tratando de no recordar, lo humillante sucedido con el secuestro de más de 70 policías; calificado como “cerco humanitario”.
No hay derecho ni razón alguna que estas situaciones sigan presentándose con las autoridades de las Fuerzas Militares y de Policía en Colombia. Apoyo total a todos sus miembros e integrantes, desde el grado mínimo hasta el grado máximo en las filas del Glorioso Ejército Nacional y de la Policía Nacional de Colombia.
Patria, Honor, Lealtad – Dios y Patria.
