Los ataques de los rebeldes hutíes de Yemen a buques en el mar Rojo están generando consecuencias económicas significativas. Desde mediados de noviembre, luego del inicio de la guerra entre Hamás e Israel, los ataques cometidos por los grupos insurgentes de Yemen han afectado la circulación marítima de buques comerciales que, según ellos, están vinculados con intereses israelíes, causando una disminución del 70% en el tráfico de contenedores en el estrecho de Bab al Mandeb, lugar por el que circula el 12% del comercio marítimo mundial. Estas interrupciones han llevado a muchos armadores a optar por rutas alternativas más costosas, como la que pasa por el Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica.
Por otra parte, el Canal de Panamá también está sufriendo dificultades, en este caso, por la sequía que afecta la región, disminuyendo el flujo de barcos de aproximadamente 40 buques en un día normal, a 24 en los últimos días, ralentizando el tráfico entre Asia y Estados Unidos.
Los retrasos y la interrupción de actividades ya se están sintiendo en varias empresas, como Ikea y Tesla, que han anunciado demoras en las entregas y suspensiones temporales de producción. La Asociación de Fabricantes y Distribuidores en España señaló que algunos sectores han adelantado pedidos para evitar roturas en la cadena de suministros. Además, el transporte de gas natural licuado se verá afectado, según el primer ministro de Catar.
El aumento de tarifas de las navieras, el incremento en los costos de combustible y la estimación de que la crisis podría aumentar los costos del transporte marítimo en un 60% generan preocupaciones sobre una posible inflación renovada. Oxford Economics estima que esto podría agregar siete décimas a la inflación mundial a finales de año. La duración de la crisis será determinante para evaluar la magnitud de estas repercusiones económicas.
