El presidente de Estados Unidos Donald Trump, de 79 años, fue diagnosticado con insuficiencia venosa crónica, una condición en la que las venas de las piernas no logran transportar adecuadamente la sangre de regreso al corazón. Así lo confirmó este lunes la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en un comunicado oficial en el que detalló que el anuncio se hace «en un esfuerzo por ser más transparente». La afección fue detectada luego de que Trump reportara una leve hinchazón en la parte inferior de sus piernas, lo que llevó al equipo médico presidencial a realizar varios estudios diagnósticos.
Entre los exámenes practicados a Trump se incluyó un ecocardiograma, el cual confirmó que tanto la estructura como la función cardíaca del mandatario están dentro de los parámetros normales. También se descartaron diagnósticos más graves como trombosis venosa profunda, insuficiencia cardíaca, enfermedad arterial, insuficiencia renal o alguna enfermedad sistémica. La Casa Blanca también respondió a las recientes especulaciones por imágenes que mostraban hematomas en las manos de Trump, indicando que se deben a una irritación leve causada por el uso regular de aspirina —prescrita como prevención cardiovascular— y los constantes apretones de manos.
La insuficiencia venosa crónica, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, es una condición común en adultos mayores, que dificulta el retorno sanguíneo desde las piernas al corazón. Entre sus síntomas se incluyen dolor al estar de pie, pesadez, picazón, calambres y hormigueo en las extremidades inferiores. De acuerdo con la Clínica Cleveland, esta condición afecta a aproximadamente 1 de cada 20 adultos, y su incidencia aumenta con la edad, siendo más frecuente en personas mayores de 50 años.
El hospital Johns Hopkins advierte que aunque la insuficiencia venosa crónica no suele representar una amenaza grave para la vida, puede generar molestias significativas y limitar la calidad de vida. El tratamiento habitual incluye cambios en el estilo de vida, como el aumento de la actividad física para mejorar la circulación, además del uso de medias de compresión, medicamentos y en algunos casos intervenciones terapéuticas. Aunque la Casa Blanca calificó la salud general de Trump como «excelente», se mantendrá bajo monitoreo médico por parte del equipo presidencial.